El verano es una de las estaciones más esperadas del año, con largos días de sol y temperaturas cálidas, es el momento ideal para disfrutar de actividades al aire libre. Sin embargo, esta época también trae consigo el aumento de algunas enfermedades respiratorias, que pueden afectar a nuestra salud y bienestar.

Enfermedades respiratorias

¿Qué es una enfermedad respiratoria?

En primer lugar, es importante entender que las enfermedades respiratorias son aquellas que afectan al sistema respiratorio, que está formado por la nariz, la tráquea, los bronquios, los pulmones y los músculos respiratorios. Durante el verano, debido a diferentes factores, se producen irritaciones o inflamaciones en estas zonas, lo que puede causar problemas respiratorios.

Las enfermedades respiratorias más usuales en verano

Entre las enfermedades respiratorias más habituales en verano, se encuentran las alergias y el asma, que afectan a millones de personas en todo el mundo. Estas enfermedades pueden ser desencadenadas por diferentes factores, como el polen, el polvo, el pelo de animales o incluso la humedad. Además, en verano, los niveles de contaminación en el aire generalmente aumentan debido al tráfico y la quema de biomasa, lo que también puede agravar estas patologías.

Las alergias son una respuesta exagerada del sistema inmunitario a una sustancia que, en condiciones normales, no debería suponer una amenaza para nuestro organismo. Las más comunes en verano son las alergias al polen y al polvo. Los síntomas más habituales son picor en la nariz, los ojos y la garganta, estornudos frecuentes, congestión nasal y en algunos casos, dificultad para respirar.

Una de las formas más comunes de prevenir las alergias es evitar la exposición a los alérgenos. En verano, el polen está presente en el aire en grandes cantidades, por lo que es aconsejable evitar salir a la calle en las primeras horas de la mañana o al atardecer, cuando los niveles de polen son más elevados. Además, al llegar a casa, es importante ducharse y lavar la ropa para eliminar cualquier rastro de polen. Asimismo, se aconseja cerrar las ventanas en horas de máxima polinización y utilizar un filtro de aire en el hogar.

Por otro lado, el asma es una enfermedad crónica de las vías respiratorias, que se caracteriza por una inflamación de los bronquios, lo que dificulta la respiración. En verano, los síntomas pueden empeorar debido a la exposición al polen, la contaminación y a los cambios bruscos de temperatura. Los síntomas más comunes son tos, falta de aire, silbidos en el pecho y opresión en el pecho.

Para prevenir los síntomas de asma en verano, es esencial que los pacientes con esta enfermedad sigan las recomendaciones de su médico o de un neumólogo, y eviten la exposición a alérgenos. Además, es fundamental llevar siempre consigo la medicación recetada y usarla en caso de necesidad. También es importante evitar la exposición al humo del tabaco y a otros irritantes, ya que pueden agravar los síntomas de asma.

Otra enfermedad respiratoria relacionada con el verano es la rinitis alérgica, que se caracteriza por la inflamación de la mucosa nasal y los síntomas son similares a los de una alergia. La principal diferencia es que, en este caso, los síntomas se presentan solo en la nariz. Los alérgenos más comunes pueden ser el polen, los ácaros del polvo y los hongos.

Al igual que en las alergias y el asma, la mejor forma de evitar los síntomas de la rinitis alérgica es evitar la exposición a los alérgenos. También puedes utilizar un lavado nasal con solución salina para eliminar los alérgenos de la nariz y utilizar medicamentos recetados por un especialista.

Disfrutar del verano no tiene por qué ser sinónimo de problemas respiratorios. Siguiendo estas medidas preventivas y cuidando nuestra salud, podremos disfrutar de esta época del año sin preocupaciones. Y recuerda que, ante cualquier síntoma, es importante acudir a un médico para recibir un diagnóstico y un tratamiento adecuado.